Los neurocientíficos mencionan que nuestro cerebro ya está
conformado desde que nacemos y lo que hacemos al vivir es ir ajustando lo que
se denominan mapas mentales para enfrentar situaciones a través de la
experiencia, con el fin de interactuar con el medio ambiente que nos rodea.
Cuando logramos realizar alguna actividad de forma exitosa,
de acuerdo a como está conformado nuestro cerebro, se crea una ruta, un camino,
que va a ser usado en cada situación que parezca semejante.
Las personas neurotípicas al imitar comportamientos copian
fragmentos de rutas que les sirven momentáneamente para adaptarse. El autista
al no imitar lo genera desde si a partir del análisis de que tanto sirve un
comportamiento (observación), que tanto le sirve a si mismo para el problema
que enfrenta (memoria), si puede combinarlos o tiene que buscar un camino
alternativo, nuevo y original (conocimiento). Teniendo la tendencia a lo
último, a basarse en su propia experiencia, frenándose cuando siente una
barrera, volviendo al punto de origen para iniciar otro nuevo sendero.
La barrera es la sensación de que algo le falla, de
incoherencia, que cuando se guía por seguir el pensamiento social de “déjelo
pasar que algún otro lo resolverá”, cuesta ahondar y precisar en qué consiste y
a partir de ahí seguir avanzando por ese camino. Retrocede porque la memoria le
lleva a recordar las pautas neurotípicas (imitar), pero sigue sintiendo
incoherencia porque no entiende para qué o por qué, ni le ve sentido práctico.
Entonces viene la frustración de sentirse un inútil y esa sensación genera impotencia
y desencadena ansiedad. La ansiedad hace que la mente se ponga en blanco, lista
para utilizar los caminos más primitivos y genéticamente disponibles en el
cerebro, huir o defenderse.
Cuando depende de alguien y quien cuida de él utiliza herramientas,
que según sus propios mapas mentales sirven para la ocasión, calibra desde
fuera la otra vida deseando que no pase por sus propias experiencias negativas o
que no repita algo que considere un error.
Para el autista sirve más que le muestren las
herramientas y le digan para qué sirven o cómo se pueden emplear, para que experimente
y comprenda su uso y utilidad. Una advertencia del peligro, una meta concreta a la cual
llegar, para que cree su mapa mental a su manera. No tanto el que otra persona piense por él o le lleve de la mano. Aunque la buena voluntad
quisiera allanar caminos esto no es posible porque cada experiencia de vida es
única, cada calibración difiere y sólo puede intentar ajustar aquel que tiene
la precisión para adentrarse dentro de la mente y con el razonamiento ajustar
la psique... uno mismo.
Mi calibración
Supongo que como toda criatura que viene al mundo lo primero que pasa de forma inconsciente es entender el cuerpo que posee, sus alcances. Uno prueba a moverse, a alcanzar cosas cada vez más lejanas hasta donde su cuerpo lo permita.
Mi primer recuerdo de calibración con respecto a los demás fue la comparación, como a mis 8 años, de lo que después supe se llamaba patrones estéticos. Note mis diferencias e incluso consideré la premisa que entre más bonita sea una persona, más amplio será su grupo de amigos o más gente se le acercará. Asumí mi destino, dado que la genética me había dotado de una estética fuera del patrón social considerado bello (aunado a la comprensión que hacerse operaciones estéticas no cambiaría mis genes, sólo sería un engaño para los demás).
También note la diferencia entre inteligentes y relajientos, siendo más sociables los segundos, aunque notando que bello e inteligente también podría darse y que en muchas ocasiones los grupos sociales se conformaban entre personas que no destacaban por su inteligencia pero si por su dinamismo más personas que eran inteligentes y con seguridad en si mismos, porque la confianza en su apariencia les hacia destacar y estar rodeados de gente.
Encontrando la ventaja de la individualidad. Físicamente fuera del patrón de estética pero inteligente, por lo cual la gente se me acercaba brevemente, lo cual me permitía poder alejarme y estar sola, o con pocas personas con quien si me sintiera en armonía y poder sentarme a observar a los demás sin hacerme notar, participar con ellos cuando si fuese necesario.
Así cree mapas mentales de: lo que puedo hacer lo encaro, lo que no lo acepto y si no soy hábil me aparto. Caminos que me permitieron sortear de forma excelente prácticamente 30 años de vida, hasta que no pude emplear el mapa mental de alejarme en cuestiones donde intuía que no era hábil, donde la coherencia era eliminar las barreras y donde tenía que crear mapas mentales en la desorientación. Entrando en caos porque me reconocía impotente para realizarlo, sin bases, sin conocimiento en toda mi experiencia para hacerlo por más que lo necesitara.
No fue fácil, pero me ayudo a comprender más de mi, a calibrarme ahora de manera consciente, entender cabalmente lo que sentía como un freno y pensar que cuando una persona no puede por si misma tiene que utilizar herramientas externas que amplíen el alcance de su cuerpo y su mente, para mi esa herramienta fue el conocimiento del autismo.
Al ir leyendo, absorbiendo información, notar las coincidencias y saber que la barrera seguiría pero podía utilizar herramientas para sobrepasarla a través del conocimiento consciente. Analizar mis inhabilidades desde mi sensación de caos, entender la causa y a partir de ahí calibrarme para dejar de angustiarme. Con un nuevo mapa mental, si no lo comprendo lo estudio, hasta hacerme una imagen clara de que es y de ahí desarrollar la estrategia para afrontarlo.
Aunque siendo sincera adoro la mayor ruta que tiene mi cerebro marcada, la tranquilidad de la ermitañez que me permite observar el mundo a salvo de las interrupciones y demandas ajenas.
Mi calibración
Supongo que como toda criatura que viene al mundo lo primero que pasa de forma inconsciente es entender el cuerpo que posee, sus alcances. Uno prueba a moverse, a alcanzar cosas cada vez más lejanas hasta donde su cuerpo lo permita.
Mi primer recuerdo de calibración con respecto a los demás fue la comparación, como a mis 8 años, de lo que después supe se llamaba patrones estéticos. Note mis diferencias e incluso consideré la premisa que entre más bonita sea una persona, más amplio será su grupo de amigos o más gente se le acercará. Asumí mi destino, dado que la genética me había dotado de una estética fuera del patrón social considerado bello (aunado a la comprensión que hacerse operaciones estéticas no cambiaría mis genes, sólo sería un engaño para los demás).
También note la diferencia entre inteligentes y relajientos, siendo más sociables los segundos, aunque notando que bello e inteligente también podría darse y que en muchas ocasiones los grupos sociales se conformaban entre personas que no destacaban por su inteligencia pero si por su dinamismo más personas que eran inteligentes y con seguridad en si mismos, porque la confianza en su apariencia les hacia destacar y estar rodeados de gente.
Encontrando la ventaja de la individualidad. Físicamente fuera del patrón de estética pero inteligente, por lo cual la gente se me acercaba brevemente, lo cual me permitía poder alejarme y estar sola, o con pocas personas con quien si me sintiera en armonía y poder sentarme a observar a los demás sin hacerme notar, participar con ellos cuando si fuese necesario.
Así cree mapas mentales de: lo que puedo hacer lo encaro, lo que no lo acepto y si no soy hábil me aparto. Caminos que me permitieron sortear de forma excelente prácticamente 30 años de vida, hasta que no pude emplear el mapa mental de alejarme en cuestiones donde intuía que no era hábil, donde la coherencia era eliminar las barreras y donde tenía que crear mapas mentales en la desorientación. Entrando en caos porque me reconocía impotente para realizarlo, sin bases, sin conocimiento en toda mi experiencia para hacerlo por más que lo necesitara.
No fue fácil, pero me ayudo a comprender más de mi, a calibrarme ahora de manera consciente, entender cabalmente lo que sentía como un freno y pensar que cuando una persona no puede por si misma tiene que utilizar herramientas externas que amplíen el alcance de su cuerpo y su mente, para mi esa herramienta fue el conocimiento del autismo.
Al ir leyendo, absorbiendo información, notar las coincidencias y saber que la barrera seguiría pero podía utilizar herramientas para sobrepasarla a través del conocimiento consciente. Analizar mis inhabilidades desde mi sensación de caos, entender la causa y a partir de ahí calibrarme para dejar de angustiarme. Con un nuevo mapa mental, si no lo comprendo lo estudio, hasta hacerme una imagen clara de que es y de ahí desarrollar la estrategia para afrontarlo.
Aunque siendo sincera adoro la mayor ruta que tiene mi cerebro marcada, la tranquilidad de la ermitañez que me permite observar el mundo a salvo de las interrupciones y demandas ajenas.
Muy buen artículo. Muy claro para que nosotros, los neurótipicos, podamos comprender como razona y actúa un aspie o autista en situaciones de la vida real
ResponderEliminarvoy a agregar lo que comprendo como mi experiencia de calibración
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