Hasta el siglo pasado no se había profundizado en que ciertos comportamientos excéntricos podrían estar relacionados con el autismo y de hecho la comunidad médica trataba sólo los casos considerados más graves de diferencias psicológicas.
Ahora muchas personas tienen acceso a la modalidad terapéutica en línea y por ende ese “boom”, que deriva en que la búsqueda de confirmación o de aval haga que una persona esté interesada en recurrir a un profesional y por ello los mismos han de prepararse para no aumentar las filas de los decepcionados por la incapacidad profesional de poder servir de guía a quien tiene inquietudes sobre algo que se supone ellos dominan, el conocimiento de la mente humana y poder ayudar a encontrar recursos acordes al individuo que deduce que tiene un problema que requiere el apoyo de otros sin que lo traten como incapaz por el hecho de no saber cómo encontrar por sí mismo la solución y querer acudir a otro ser humano.
Ahora muchas personas tienen acceso a la modalidad terapéutica en línea y por ende ese “boom”, que deriva en que la búsqueda de confirmación o de aval haga que una persona esté interesada en recurrir a un profesional y por ello los mismos han de prepararse para no aumentar las filas de los decepcionados por la incapacidad profesional de poder servir de guía a quien tiene inquietudes sobre algo que se supone ellos dominan, el conocimiento de la mente humana y poder ayudar a encontrar recursos acordes al individuo que deduce que tiene un problema que requiere el apoyo de otros sin que lo traten como incapaz por el hecho de no saber cómo encontrar por sí mismo la solución y querer acudir a otro ser humano.
En la historia de la humanidad toda novedad siempre suscita
comportamientos duales que encuentra voces a favor y en contra dependiendo de
la perspectiva que se quiera tomar. El Asperger como denominación entra dentro
de esa categoría y por ser un tema humano puede verse desde diferentes ángulos.
El Síndrome de Asperger es un criterio diagnóstico difundido
a la comunidad médica a partir del año 1944 y es en este siglo que más gente
común al menos ha escuchado el término, en parte por las especulaciones que se hacen
sobre él al difundirse la información.
Cualquier persona que bucee dentro de la historia verá que
las siguientes preguntas se repiten ante circunstancias similares: ¿Existía o
no existía? ¿es un atributo o una maldición? ¿está de moda? ¿es una pandemia? ¿cómo
puede ser que la gente se lo tome tan a la ligera? ¿cómo puede ser que se lo
tomen como una tragedia? Al tratarse como una patología mental conlleva ya un
estigma, pues el diagnóstico clínico busca centrarse en problemas que han de
tener una solución para que no afecten a la sociedad.
A diferencia de otros diagnósticos donde la persona de
alguna forma no tiene más remedio que aceptar a ciegas su condición de desvalido
surge en el Asperger una reacción que suscita confusión, porque las personas
diagnosticadas o identificadas con él buscan mostrar que tiene un lado positivo
y que no existe capacidad de asistencia real con los tratamientos tradicionales
para su peculiar conducta.
Podríamos considerar que el manejo social que deriva de
comprender ese hecho conlleve con base en la lógica de la sobrevivencia que resulte
razonable que como colectivo se muestren modelos que permitan a la sociedad notar
que una persona diagnosticada no es un peligro sino que su condición también conlleva
un beneficio, que no todo es problema y así escapar del fantasma de la
estigmatización y utilizar la etiqueta como factor de identidad o definición de
sus características peculiares.
En alguno de mis escritos anteriores había hecho mención que
esta dualidad discapacidad-habilidad se contrapone y crea lo que podemos observar
cuando nuevamente sale a la luz el tema que los confronta cuando surge el rumor
de cuando se dice socialmente sin aval clínico que alguien está dentro de la
categoría, y que para quien lo ve como un drama irresoluble cuestione que
existan personas con algún éxito dentro de la sociedad pues es un modelo que aumenta
los estándares de lo que se puede esperar de un diagnosticado y puede derivar
en más presión hacia alguien desvalido.
Así si analizamos los puntos de vista ambos tienen sentido y
quizá cabe hacerse la pregunta de si es absolutamente discapacitante y deriva
en personas sumamente desvalidas ¿cómo es que ha pasado desapercibido el Síndrome
de Asperger tanto tiempo y ahora esté en voga?
Sería bueno señalar que todo profesional de la salud, sea
clínico o investigador lo es a partir del conocimiento y aplicación de su
inteligencia, no nació con una especialidad. Son personas que guían su
desempeño en función de información y que esta información puede estar
disponible para toda persona que quiera instruirse y por tanto razonar sobre la
misma. Ello constituye la objetividad que puede tener la disciplina.
Que el profesional desarrolle la habilidad para orientar, aplicar o diseñar
herramientas constituye la parte subjetiva individual que nace con la
experiencia al tratar con personas y notar que no todo lo que está escrito
puede ser aplicado, pues cada individuo evoluciona de forma diferente. Si fuese
un siga las instrucciones al pie de la letra y sin variaciones no se
necesitarían de los especialistas.
Sabemos que no todos los seres humanos tienen las mismas
capacidades cognitivas, ni capacidad de comprensión, que muchas veces se
tienden a automaticismos incluso para la
práctica profesional. Y que también ella está determinada por los intereses y
necesidades de vida de cada individuo, existiendo un amplio espectro para la aplicación
de las habilidades lo cual deriva en el desempeño particular de cada profesional.
Así como se ha dicho no todos los pacientes son iguales, tampoco lo son los
profesionales de la salud.
El diagnóstico
profesional
Regresando al tema del diagnóstico mental ¿cómo surge?
¿cuáles son sus bases? ¿cuáles son los intereses detrás del mismo?
En materia de análisis de la conducta humana se parte de
parámetros de normalidad, ideologías de lo que se espera que realice un
individuo. Así van a ir variando a lo largo del tiempo los criterios
diagnósticos. Como en salud mental aún no existen definidos los parámetros
biológicos que las causen se denominan patologías y su diagnóstico se basa en
los síntomas externos visibles, lo que se considera actos disruptivos de la
personalidad o como inciden en la confusión o desorientación que muestre el
paciente.
En el siglo XVII nace la psiquiatría oscilando entre:
liberar la imaginación del hombre y restringir su libertad, surge el concepto
de psique. Es en el siglo XVIII se desarrolla como la ciencia teórica y práctica
entre lo biológico y lo mental. En el siglo XIX surge la tensión entre “unidad/multiplicidad”
de la clasificación de las patologías mentales pues existían muchos
criterios: según los síntomas, según la
evolución y mezclando conjeturas sobre las causas. La primera mitad del siglo
XX se desarrolló bajo los conceptos de psicosis con orientación clínica y
neurosis con orientación psicoanalítica.
Surgen varios momentos en el siglo XX unos considerando que
todas las manifestaciones psicóticas tenían origen orgánico con Kraepelin,
Breuler sostiene que no estaba en lo orgánico sino en lo mental y da origen a
la psicopatología donde las manifestaciones se convierten en el síntoma y se clasifican
según criterios estrictamente psicológicos. En la última etapa utilizando el
método fenomenológico donde se encaran y solucionan las dificultades implicadas
en las patologías mentales agudas. Henri Ey describe el abanico de trastornos
agudos como “niveles de desestructuración del campo de la conciencia actual”.
Estableciéndose así el parámetro de niveles que facultan una vida normal y que
si están desorganizados establecen niveles de vida mental regresivos.
La orientación psicoanalítica induce el desarrollo del
concepto de que el paciente es el “agente inconsciente” de su trastorno y fue desinteresándose
por el diagnóstico, perdiendo significado. Pasado ese periodo retoma el impulso
del diagnóstico diferencial frente al surgimiento de terapéuticas eficaces y de
mejores planes de tratamiento y se establecen en 1980 protocolos más definidos
y abarcativos para la práctica. No se ha llegado aún a una coherencia o
uniformidad en la práctica y ha tendido a un “saber-hacer” intervenido por
factores circundantes que tienen más peso como el económico, y queda aún mucho
camino por recorrer que alivien el sufrimiento de los pacientes que no están
contenido en las guías terapéuticas.
Ante los abusos y métodos terapéuticos que dejaban al lado
la dignidad humana (medicación forzada, aislamiento, lobotomía, electroshocks) ha
existido a la par de la evolución profesional un grupo social que cuestiona a la psiquiatría como
inexacta. La antipsiquiatría surgió como un movimiento psicosocial que tiene
por objetivo eliminar la estigmatización que surgen de las clasificaciones psiquiátricas
que vulneran los derechos individuales de las personas al ser etiquetadas con alguna
y en función de la cual los demás se relacionan con el “enfermo” para el cual desde
la práctica psiquiátrica se manifiesta que no existe cura pero se sugiere controlar
con medicación como paleativo para algunos de los síntomas, dando lugar a un
mercantilismo.
Alternativas dignas
Diría el psiquiatra Thomas Szasz que un diagnóstico es tan
sólo una metáfora, un concepto para definir un conjunto de cosas y es ahí donde
pueden existir teorías incluso contrapuestas sobre aspectos de la vida que no
habían constituido problema. El aboga por tratamientos no farmacológicos pues
considera que son parte de los fenómenos existenciales de la persona que puede
resolverse a través de la autoexploración de sus conductas y de su situación
existencial para lograr un equilibrio físico y mental. Mientras no exista una
evidencia biológica detectable por ejemplo en una autopsia no puede
determinarse una patología tratable con
medicamentos y menos cuando el criterio para hacerlo son votos en una asamblea
de profesionales.
Los métodos diagnósticos no son fijos, sino que evolucionan
en función de las herramientas que tienen a su alcance, así la parte de
incorporar la tecnología para evitar el error humano que puede darse cuando pasa
por alto algo que no considera importante es cada vez más frecuente. Incluso el
valerse de está para poder dar tratamientos a distancia y que la persona
diagnosticada puede encontrar recursos en casos de emergencia.
Los tradicionalistas abogaran por la terapia común como
elemento válido, pues permite al profesional tener mayor control sobre el
paciente y evitarle confusiones si tuviera acceso a más información y es lo que
casi todos conocemos y consideramos como forma de asistencia común. El profesional
es quien sabe la información y es quien elige y sugiere las herramientas que la
persona debe intentar aplicar en su vida diaria para poder lograr el avance que
se espera. Situaciones donde el paciente se considera no tiene capacidad de
autogestión y es imprescindible el manejo de jerarquías, el paciente debe
dejarse ser conducido sin resistencia y sin dudar de quien le asiste.
Diferencias de
asistencia en trastornos conductuales en adultos
Los médicos de cualquier rama se enfrentan ahora a que el conocimiento, gracias a internet, es de dominio público y que se pueden cuestionar sus deducciones. Esta herramienta de tener acceso a la información tiene su dicotomía, pues una persona tendenciosa puede no aprovecharlo.
Se abre un nuevo paradigma, otra forma de asistencia o de
guía hacia los pacientes a quienes no les van los mecanismos tradicionales que
han implicado: maneje mejor su tiempo, no se involucre más allá de lo que se le
pide, deje su problema en manos expertas que comprenden cuales son las
herramientas que más dan resultado y simplemente relájese (con apoyo farmacológico).
Está surgiendo la vertiente donde los profesionales usan la posibilidad de una persona de buscar investigar e involucrarse en el desarrollo de terapias. Se están dando los pasos para lograr que se acepte el hecho de que lleguen pacientes que han realizado algún test en línea con ideas concretas sobre que ayuda precisan del clínico. Que resulta terapéutico adecuarse a cierta dosis de área de confort delimitada por el paciente y evitar la sensación de verse sobrepasados si se le pide acceder a más conocimiento; un ejemplo de ello es que ha emergido la biblioterapia.
Se reconoce que los pacientes son más participativos, que
buscan comprender que tienen e incluso que hacen uso de grupos de ayuda por vía
virtual, donde pueden comunicarse con otros sin las presiones o sensaciones
incomodas de estar presencialmente y que eso tiene ciertas ventajas. Sobre todo
en aquellos tratamientos involucrados en el tema de terapias conductuales, como
es el caso del Síndrome de Asperger.
Para poder usarlo como terapia un profesional realiza
ciertas delimitaciones y controles sobre la actividad internautica de su
paciente, donde se le guía a un sitio web seguro donde ya está establecido
secuencialmente que es mejor que lea y donde se asignan tareas para determinar
cómo van asimilando los conocimientos antes de seguir avanzando. Es decir el
terapeuta se convierte en un guía. La terapia a través de internet puede ser
sincrónica donde se usan los medios de videoconferencia o asincrónica vía
mails.
El perfil del paciente que prefiere la terapia virtual es de
personas que entienden el alcance de los medios, que tienen una capacidad de
razonar, que en algunos casos se han enfrentado a tratamientos tradicionales
cara a cara sin ningún resultado mientras que otros han soportado años o
décadas síntomas molestos a los cuales a partir del autodescubrimiento van encontrándole
explicación.
Se han visto buenos resultados en personas autoreferenciales,
con trastornos conductuales o de ansiedad, que no hubieran recurrido a la terapia
tradicional. Se ha observado que se sienten cómodos con esta variante y
recurren a buscar ayuda, que de otra forma hubiera quedado no diagnosticada. El
formato de intervenciones vía internet hace posible que los posibles pacientes
reflexionen sobre la terapia antes de comprometerse a ella. Es decir permite que
el paciente no sea simplemente un receptor sino que le da la libertad de
involucrarse lo cual deriva en una responsabilidad mayor hacia sí mismo que
quien es sujeto de simples orientaciones o directrices.
Algunas de las ventajas que tiene ese trabajo previo
realizado por el paciente es el empleo del tiempo, en vez de tratar de
invertirlo en situar al paciente en un contexto o situación determinada se
avanza en buscar dominar las habilidades y superar los obstáculos. Si el
terapeuta lleva un buen control de la información que busca el paciente incluso
puede preveer crisis aunado a que al ser por internet puede apoyarlo más rápido
que cuando se tiene que agendar una cita.
Si se adiciona lo anterior a la posibilidad que tiene el
paciente de comprender e individualizar los síntomas de sus comorbilidades se reduce el riesgo de
recaída debido al aumento de capacidad de recuperación emocional. Los
tratamientos personalizados incluyen las preferencias y capacidad del paciente.
Las desventajas: se teme que sea no comprender bien cuál es
el perfil adecuado para seguir un tratamiento de esta característica, cuando
pueden pasarse por alto algunas de las cosas que se tienen ya en claro en las
terapias tradicionales presenciales. La aceptación de clínicos o incluso de
pacientes que no estén familiarizados con la tecnología y les provoque
desconfianza. El temor de los profesionales de perder su trabajo si cualquier
persona pueda autodiagnosticarse sin su ayuda a través de las herramientas que eran
de su dominio, aunque siga siendo imprescindible para los casos más graves
donde el paciente está descontrolado. Existen regulaciones legales y éticas
donde el terapeuta tendría complicaciones si quiere instalar un software de
rastreo de navegación para monitorear a su paciente, y en algunos países está
prohibido el intercambio de mails con temas tan delicados aún cuando estén
cifrados. Que aún no están bien delimitados los protocolos y queda a voluntad
del profesional aplicarlo.
Los test en línea y
el diagnostico
Una de las principales ventajas que se ha podido observar
cuando un posible paciente ha realizado por su cuenta los test y llegado al autodiagnóstico
es que cuando la persona asiste con un profesional de la salud mental ya ha
establecido o tiene más en claro que le sucede y eso ahorra tiempo para ambos.
A diferencia de cuando sólo tiene sensaciones que no sabe cómo expresar en un
tratamiento cara a cara donde el profesional ha de tratar de indagar cual es el
problema que lo ha derivado a consulta y que se basara en lo que pueda expresar
de los síntomas.
El diagnóstico va en función de cribar más lo que puede
percibir la persona de sí misma y en eso es esencial el punto de vista de un
observador, en muchos casos del terapeuta para tratar de percibir más allá de la
autoreferencia del paciente ciertos patrones de conducta diferentes a la norma.
Se consideran válidos antes que no tener nada los procedimientos de entrevista
telefónica o videoconferencia buscando más evidencias, pero es innegable que
pueden captarse más detalles en presencia física.
Durante este siglo la ciencia médica se ha dedicado a tratar
de diferenciar más exhaustivamente la conducta humana y la relación con la
sociedad. Así ha existido un incremento en las categorías diagnósticas de ser
unas pocas enfermedades en el siglo pasado a tener cientos de patologías en
la actualidad, dentro de las cuales puede estar cualquier comportamiento y por
ende toda persona ser etiquetable.
Eso si no se ven como patologías sino como análisis de patrones de conducta y se analizan las consecuencias o derivaciones sociales incómodas puede llevar a que una persona tenga mejor calidad de vida y vea como puede relacionarse recíprocamente mejor con el entorno y con quienes decide interactuar.
Referencias
Evolución del diagnóstico y de la clasificación en patología
mental. Dr. Humberto Casarotti. Revista de Psiquiatría Uruguaya 2012; 76(1).
49-59 http://www.spu.org.uy/revista/oct2012/05_CONF.pdf
Antipsiquiatría: http://es.wikipedia.org/wiki/Antipsiquiatr%C3%ADa
Ideología y enfermedad mental. Dr. Thomas Szasz. Amorrortu editores.
Buenos Aires. http://nytz.files.wordpress.com/2012/07/0021970ideologc3ada-y-enfermedad-mental-szasz-thomas.pdf
Ventajas y desventajas de las intervenciones basadas en
internet para los trastornos mentales comunes. Drs. Gerhard Anderson, Nickolai Titov. (en inglés) World Psychiatry.
Feb 2014; 13(1): 4-11. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3918007/
Gracias por tan buen artículo
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