jueves, 28 de marzo de 2013

Calibrándose como un reloj suizo


Los neurocientíficos mencionan que nuestro cerebro ya está conformado desde que nacemos y lo que hacemos al vivir es ir ajustando lo que se denominan mapas mentales para enfrentar situaciones a través de la experiencia, con el fin de interactuar con el medio ambiente que nos rodea.

Cuando logramos realizar alguna actividad de forma exitosa, de acuerdo a como está conformado nuestro cerebro, se crea una ruta, un camino, que va a ser usado en cada situación que parezca semejante.

Las personas neurotípicas al imitar comportamientos copian fragmentos de rutas que les sirven momentáneamente para adaptarse. El autista al no imitar lo genera desde si a partir del análisis de que tanto sirve un comportamiento (observación), que tanto le sirve a si mismo para el problema que enfrenta (memoria), si puede combinarlos o tiene que buscar un camino alternativo, nuevo y original (conocimiento). Teniendo la tendencia a lo último, a basarse en su propia experiencia, frenándose cuando siente una barrera, volviendo al punto de origen para iniciar otro nuevo sendero.

La barrera es la sensación de que algo le falla, de incoherencia, que cuando se guía por seguir el pensamiento social de “déjelo pasar que algún otro lo resolverá”, cuesta ahondar y precisar en qué consiste y a partir de ahí seguir avanzando por ese camino. Retrocede porque la memoria le lleva a recordar las pautas neurotípicas (imitar), pero sigue sintiendo incoherencia porque no entiende para qué o por qué, ni le ve sentido práctico. Entonces viene la frustración de sentirse un inútil y esa sensación genera impotencia y desencadena ansiedad. La ansiedad hace que la mente se ponga en blanco, lista para utilizar los caminos más primitivos y genéticamente disponibles en el cerebro, huir o defenderse.

Cuando depende de alguien y quien cuida de él utiliza herramientas, que según sus propios mapas mentales sirven para la ocasión, calibra desde fuera la otra vida deseando que no pase por sus propias experiencias negativas o que no repita algo que considere un error.

Para el autista sirve más que le muestren las herramientas y le digan para qué sirven o cómo se pueden emplear, para que experimente y comprenda su uso y utilidad. Una advertencia del peligro, una meta concreta a la cual llegar, para que cree su mapa mental a su manera. No tanto el que otra persona piense por él o le lleve de la mano. Aunque la buena voluntad quisiera allanar caminos esto no es posible porque cada experiencia de vida es única, cada calibración difiere y sólo puede intentar ajustar aquel que tiene la precisión para adentrarse dentro de la mente y con el razonamiento ajustar la psique... uno mismo.


Mi calibración

Supongo que como toda criatura que viene al mundo lo primero que pasa de forma inconsciente es entender el cuerpo que posee, sus alcances. Uno prueba a moverse, a alcanzar cosas cada vez más lejanas hasta donde su cuerpo lo permita.

Mi primer recuerdo de calibración con respecto a los demás fue la comparación, como a mis 8 años, de lo que después supe se llamaba patrones estéticos. Note mis diferencias e incluso consideré la premisa que entre más bonita sea una persona, más amplio será su grupo de amigos o más gente se le acercará. Asumí mi destino, dado que la genética me había dotado de una estética fuera del patrón social considerado bello (aunado a la comprensión que hacerse operaciones estéticas no cambiaría mis genes, sólo sería un engaño para los demás).

También note la diferencia entre inteligentes y relajientos, siendo más sociables los segundos, aunque notando que bello e inteligente también podría darse y que en muchas ocasiones los grupos sociales se conformaban entre personas que no destacaban por su inteligencia pero si por su dinamismo más personas que eran inteligentes y con seguridad en si mismos, porque la confianza en su apariencia les hacia destacar y estar rodeados de gente. 


Encontrando la ventaja de la individualidad. Físicamente fuera del patrón de estética pero inteligente, por lo cual la gente se me acercaba brevemente, lo cual me permitía poder alejarme y estar sola, o con pocas personas con quien si me sintiera en armonía y poder sentarme a observar a los demás sin hacerme notar, participar con ellos cuando si fuese necesario.

Así cree mapas mentales de: lo que puedo hacer lo encaro, lo que no lo acepto y si no soy hábil me aparto. Caminos que me permitieron sortear de forma excelente prácticamente 30 años de vida, hasta que no pude emplear el mapa mental de alejarme en cuestiones donde intuía que no era hábil, donde la coherencia era eliminar las barreras y donde tenía que crear mapas mentales en la desorientación. Entrando en caos porque me reconocía impotente para realizarlo, sin bases, sin conocimiento en toda mi experiencia para hacerlo por más que lo necesitara.

No fue fácil, pero me ayudo a comprender más de mi, a calibrarme ahora de manera consciente, entender cabalmente lo que sentía como un freno y pensar que cuando una persona no puede por si misma tiene que utilizar herramientas externas que amplíen el alcance de su cuerpo y su mente, para mi esa herramienta fue el conocimiento del autismo. 

Al ir leyendo, absorbiendo información, notar las coincidencias y saber que la barrera seguiría pero podía utilizar herramientas para sobrepasarla a través del conocimiento consciente. Analizar mis inhabilidades desde mi sensación de caos, entender la causa y a partir de ahí calibrarme para dejar de angustiarme. Con un nuevo mapa mental, si no lo comprendo lo estudio, hasta hacerme una imagen clara de que es y de ahí desarrollar la estrategia para afrontarlo. 

Aunque siendo sincera adoro la mayor ruta que tiene mi cerebro marcada, la tranquilidad de la ermitañez que me permite observar el mundo a salvo de las interrupciones y demandas ajenas.

viernes, 22 de marzo de 2013

Desmitificando la agresión por gluten-caseína en autistas y su repercusión conductual.


Nota al margen: realizar esta publicación fue muy complicado a razón de poder sentir que entendía un tema muy complejo y del cual las publicaciones tanto coloquiales como científicas se contradicen. En ocasiones creía que tenía la imagen clara de que sucedía y al profundizar ante una leve duda, me surgían montañas de inquietudes más.

Un dolor interno, invisible que el niño no puede expresar verbalmente, y la única forma de comunicarlo a sus padres es a través de los trastornos de conducta. Esa es la base de las dietas para curar o revertir el autismo. Prevenir a través de la restricción alimentaria que los padres tengan que lidiar con los problemas conductuales del autista, derivados de que se formen productos opiáceos por proteínas que no se pueden digerir, los cuales producen permeabilidad intestinal que provoca que esos tóxicos lleguen directamente a la sangre. Si los padres utilizan la dieta mejorarán la salud de sus hijos aunado a que los niños estarán más atentos y tranquilos. Por ello se les recomiende una dieta sin gluten ni caseína.

A través de comprender la fisiología de la digestión y la absorción de las proteínas del gluten y la caseína en los seres humanos, se puede llegar a explicar de una forma diferente los mecanismos gastrointestinales presentes en los autistas (desde profundos hasta quienes manifiestan de forma leve con Síndrome de Asperger). Que considerar una intoxicación de origen alimentario como la base del origen del comportamiento conductual extraño, en realidad tiene otra procedencia: el estrés.


Consideraciones actuales sobre el peligro del gluten y la caseína para los autistas

Existen diversos postulados para explicar la permeabilidad intestinal en los autistas, una o más versiones solas o combinadas:


a)      Que el gluten y caseína perforan el intestino provocando una respuesta inmunológica.
b)      Que el intestino de los autistas no se desarrolló bien y es más poroso. Por ello es más susceptible. Siendo la razón del porque presentan muchos trastornos gastrointestinales.
c)      Que como esas proteínas no se pueden digerir se quedan estancadas en el intestino y que su descomposición produce fermentación y eso provoca una defensa del organismo que lleva a inflamación y el estancamiento va perforando el intestino.
d)      Que existe una alteración en la flora intestinal cuando se toman antibióticos y como los autistas tienen debilidad intestinal la invasión de hongos y levaduras que es alimentada por el consumo de azúcar produce que se enraizen en el intestino causando perforaciones.

Cualquiera entiende que perforaciones más tóxicos es algo muy grave y que una dieta restrictiva “sólo” producirá beneficios. Y sobre todo uno comprende que la alimentación actual básicamente industrializada produce complicaciones, por todos los agregados que contiene, por eso una alimentación sana siempre será una buena opción.


Antes que nada comencemos derribando un mito.



La generación de opiáceos endógenos mediante la digestión ocurre de forma natural en todo mamífero. Se ha detectado en perros, ratas, bovinos y humanos (incluso neurotípicos), siendo que están presentes en todo el sistema nervioso central y periférico diferentes receptores de opiáceos que produce nuestro cuerpo y que nos sirven para diversos procesos fisiológicos.

El gluten y la caseína tienen una peculiaridad son dos de las proteínas que al digerirse gástricamente forman péptidos que son transformados por las enzimas intestinales en oligopéptidos (opiáceos endógenos) y aminoácidos. Los oligopéptidos se fraccionan en diferentes tipos de partículas (que para motivos de investigación numeran en escalas, teniendo cada una de ellas una función específica), algunas de éstas, las exorfinas, son absorbidas pasando la mucosa intestinal por pinocitosis. Este proceso en términos coloquiales es que cuando la sustancia toca la membrana externa de la célula intestinal es transportada directamente hacia la sangre, sin producir daños ni porosidad. Cuando se toman lácteos se forman casiomorfinas y cuando se come gluten (trigo, avena, cebada) se producen gliodorfinas que sirven para procesos de la fisiología gastrointestinal.

Si bien se ha constatado que muchos autistas tienen problemas gastrointestinales como hinchazón y flatulencias es más factible que se deban a una deficiente masticación (comer de prisa, o tragar) o que se ingiera aire por estados de ansiedad.

La fermentación es un proceso natural de digestión y los gases que se forman también, todos los producimos pero son descartados sin notarse porque por lo general no tienen olor. Sólo cuando una persona es alérgica se producen reacciones defensivas ante estos procesos naturales, derivando en muchas manifestaciones corporales, no sólo de conducta.

Se ha detectado que las casiomorfinas tienen alta concentración en el duodeno*, y también en sangre, lo que sugiere que estos péptidos resisten a las proteasas intestinales y se absorben como tales. Las casiomorfinas son transportadas de la mucosa a la serosa, aumentando la absorción de sodio y cloro. Dosis elevadas producirían efectos catalépticos.

* El duodeno es la primera parte del intestino delgado donde pasa lo digerido por el estómago para mezclarse con los jugos del páncreas y la bilis para que de forma líquida puedan ser absorbidos los nutrientes en su tránsito por el intestino delgado, que se realiza mediante contracciones. Los péptidos son las proteínas digeridas y las proteasas son enzimas que ayudan en la desintegración de alimentos para que sean asimilados.

Aún se sigue investigando la fisiología de la digestión del gluten de forma natural. Pero los primeros resultados indican que tiene acción en el aumento del tono muscular, algunos derivados compuestos tienen un estimulante en la contracción, otros en la inhibición reversible de la misma cuando se mezclan con naloxona que es un antagonista opiáceo. Las exorfinas normalmente pueden llegar a los receptores de opiáceos en el sistema nervioso central sistema y activar su función. Incluso se ha encontrado evidencia de este compuesto tanto en sangre, tejidos como en el cerebro sin que en este último se pueda determinar cual es su función por el momento.

Cuando una persona tiene alergia al gluten la reacción es una atrofia en la mucosa intestinal. Según comprendo, a partir de lo que he leído sobre fisiología, la celiaquía surge cuando una persona no puede asimilar los compuestos que corresponden a la estimulación sólo los que inhiben las contracciones y junto a la inhibición que produce la casiomorfina de la mucosa intestinal conduzcan a la atrofia.


Como observamos en la imagen cuando las paredes intestinales se atrofian pierden tonicidad y la vellosidad intestinal se engrosa y acorta, siendo más amplio el espacio entre las mismos no permitiendo que el líquido digestivo quede atrapado entre ellos y se mezcle con las enzimas que lo disolverán hasta fracciones que permitan que se absorban los nutrientes a través de la mucosa. Es evidente que no se “perfora” sino que se expande y eso es lo que significa permeabilidad intestinal.

Para comprender como es la digestión podemos hacer un paralelismo a una anémona cuyos tentáculos se dirigen hacia la corriente marina y entre más largos son más nutrientes captan. Como en el intestino no hay “corriente” está se produce por los movimientos peristálticos, es decir, por el intervalo de contracciones y reposo.

Las exorfinas (productos opiáceos de la digestión entre las que están la caseomorfina o la gliadorfina) tienen efectos fisiológicos, pues inducen secreción de hormonas específicas como insulina y somatosatina. También alteran la absorción de iones. Aunque su efecto analgésico es reducido no es despreciable y podría tener alguna función antinociceptiva ante dolores de baja intensidad.

Aún no es clara su acción en el sistema nervioso central. En su investigación la Dra. Zidrou, ha señalado que para que las exorfinas tengan un efecto se requiere que se produzcan en el tracto intestinal; que se absorban sin degradación y pasen al torrente sanguíneo; que crucen la barrera hematoencefálica; que alcancen los receptores específicos a opiáceos y que interactúen con esos receptores. Se han encontrado fracciones muy bajas que llegan al cerebro.

Entendiendo la fisiología de las exorfinas y que éstas se absorben sin degradación durante la digestión de manera natural, comencemos por descartar eso de que “sólo ocurre en los autistas por su permeabilidad intestinal”.


Teorizando la fisiología de las exorfinas en los autistas

Comprendiendo que es parte de la naturaleza digestiva que todos los seres humanos al digerir gluten y caseína produzcan exorfinas que ayudan para que funcione bien el organismo, si no existe ninguna alergia alimentaria que trastoque ese mecanismo. Que el intestino de un autista no es por naturaleza ni débil, ni poroso, ni deficitario. Resulta más coherente considerar esta hipótesis:

Si algo puede motivar trastornos digestivos y que se secreten más exorfinas (éstas sólo se generan por requerimiento de los receptores) proviene porque el autista no posee la habilidad innata para inferir que harán las personas que están cerca y eso provoca incomodidad, o sentirse amenazado, porque no puede comprender las acciones y reacciones de la gente con quien se ve forzado a convivir.

Un estrés crónico que ocurre con cada persona con quien el autista interactúa y sienta desconfianza, conduce a que la digestión se vea interrumpida constantemente para que la sangre se dirija a las extremidades preparándose de forma natural para una reacción y eso sea la razón lógica de las acciones gastrointestinales.

Esa necesidad “defensiva” provoca que se eleven las concentraciones de caseomorfina para generar un efecto anestésico inhibidor de las contracciones intestinales y de la gliadorfina para estimular las mismas en cuanto se relaje. Siendo la alta concentración de estos lo que encontraron los precursores de los tratamientos dietarios en la orina pues son los desechos de todo lo que el autista no necesito realmente. Y los trastornos gastrointestinales ocurren porque el organismo no está diseñado para funcionar bajo la condición de estarse “frenado” constantemente.

En lo que he leído sobre autismo y trastornos intestinales aún no he visto que los investigadores coincidan con esta hipótesis. Supongo porque se considera improbable que alguien sano sienta ansiedad en presencia de otro ser humano, porque las personas neurotípicas se sienten confiadas en su capacidad de inferir o anticiparse a lo que hacen los demás, o no se preocupan demasiado porque en caso de fallar confían en la protección social y sea por ello que los científicos se están enfocando en considerar la hipótesis de la agresión alimentaria, sin tomar en cuenta el factor de estrés como causal. 

Se considera que en el autismo existe la capacidad innata de pensar socialmente, aunque el hecho es que las personas dentro del espectro autista neurológicamente no adaptan instantáneamente su razonamiento al pensamiento social (pensar al ver a otra persona, antes de interactuar, en que es lo que ésta puede querer, desear o necesitar). El autista demora más en realizar esos razonamientos porque para ello debe recurrir, de forma consciente, a su memoria o a tratar de calcular, o conjeturar, probabilidades a ciegas de lo que la persona que tiene frente a sí podría precisar. Esta diferencia de sincronía es evidente,comprende que no tiene la habilidad natural de "leer a los otros" y esa es una de las fuentes de su estrés.

Algunos estudios realizados en Estados Unidos por Francisca J. A. van Steensel, et al. sobre la ansiedad y su relación con el espectro autista, se encontró que casi un 40% presenta algún grado de ansiedad clínica. La muestra abarcó niños y adolescentes menores de 18 años, obteniéndose los siguientes resultados: fobia específica fue lo más común en casi 30%, seguido por el trastorno obsesivo compulsivo en 17%, trastorno de ansiedad social y agorafobia en casi 17%, trastorno de ansiedad generalizada en 15%, trastorno de ansiedad por separación en casi 9&, y trastorno de pánico en casi un 2%. A modo de comparación, los trastornos de ansiedad en niños con desarrollo normal se estima que ocurren en 2.2-27%.


Mi experiencia

Veamos si sufrir de un trastorno gástrico, ser ermitaño; asocial, indicase que uno es más propenso a “intoxicarse” con la comida por poseer un intestino permeable y débil, me permito establecer por mi experiencia que no es así. ´La suposición de que nuestro cuerpo se “autodroga” produciendo más opiáceos implicaría cambios conductuales independientes de la situación o actividad. Nuestro cuerpo no puede producir en exceso un neuroquímico que no necesite y una deficiencia o abundancia de los mismos provocaría estados permanentemente alterados de conciencia, además de trastornos físicos diversos.

Siendo autista “invisible” durante casi 4 décadas, expuesta a todos los “factores de riesgo” dietarios, habiendo recibido vacunación completa, pongo en duda la afirmación que exponerse al gluten-caseína, alimentos azucarados, industrializados, harinas refinadas, los métodos de cocción de alimentos como el uso de microondas cause alteraciones en la habilidad adaptiva y de desarrollo básicos para poder vivir de forma independiente, que provoque inatención, hiperactividad y trastornos conductuales.

Para ejemplo mi dieta en la actualidad consta de: Productos de harina refinada, pastas, arroz, galletas o pan, té, café, aguas saborizadas, carne vacuna, de cerdo, pollo, pescados y mariscos, pizzas, empanadas, huevo, frutos secos, semillas, algunas frituras, manteca, aderezos, aceite de oliva, vinagre, condimentos, lácteos sobre todo queso y yogures, chocolates, gomitas o caramelos, verduras, hortalizas y frutas en poca cantidad, pocas legumbres, algo de entomofagia. Utilizando sin distinción diferentes métodos para cocinar y cada vez menos sal.

Desde la niñez hasta más o menos mis veintitantos años fue: Lácteos, pan de panadería o envasado y panificados industrializados dulces con chocolate o mermeladas en abundancia, tortillas de maíz, cereales con azúcar, pocos fiambres, huevo, pastas, legumbres, verduras en sopa, carne vacuna, pollo, conejo, pescados, pocos aderezos, golosinas varias, picante, frituras, casi no consumía bebidas gasificadas o esperaba a que disminuyera el gas para beberlas, endulzando con azúcar blanca refinada. Detestando las comidas demasiado blandas y gomosas, pero con gusto por probar comidas raras desde la adolescencia. Siendo una de las características sobresalientes de mi personalidad que era una niña que no daba problemas, tranquila y risueña, bastante juiciosa para su edad. Tanto que me tomaban como ejemplo para mis hermanos mayores.

Luego de un ataque de gastritis en los primeros años de mi adultez que remitió con acupuntura, donde también incremente mi nivel de actividad, aunado a una dieta durante casi 3 años ovo-lácteo vegetariana, donde consumía muchos alimentos con soja.

Mi nivel de estudios es universitario, de niña el método de crianza fue indicarme la meta que debía cumplir y dejar que me organizara sola al notar que no necesitaba que me guiaran. Fui alumna destacada hasta que entre a la tecnicatura en el área de físico matemáticas y luego incursione en lo que sería artes plásticas sin que sobresaliera en ninguna de las dos, salvo en las cuestiones que requiriesen análisis de datos o temas mecánicos, es decir, “normalizándome” a la par que sociabilizaba sin sentir que existiera una diferencia significativa.

Un patrón común en mis interacciones sociales es que suelen ser breves (porque siempre tengo algo que hacer) y con fines prácticos. Es decir, por compartir un proyecto en común. Cuento con pocos amigos donde existe un mutuo aprecio y que entienden que mis actividades tienen mayor prioridad que las personas. Y no importa que pasen los años, cuando nos reunimos es como si no hubiera pasado el tiempo y me siento en armonía con ellos.

Quizá la mayor diferencia que puedo tener con una persona neurotípica es que me considero independiente, disfruto mi ermitañez, estar la mayor parte del tiempo sola sin nadie que me ande dirigiendo, observando, criticando. Disfruto incluso poder viajar y no tener que depender de nadie. No soy de buscar reunirme con gente, pero si la propuesta me parece interesante y siento armonía disfruto las actividades sociales o las reuniones, sobre todo observar o escuchar cuando narran historias de vida y opinar extensamente. Adoro escribir y charlar con gente por internet, lo cual me permite poder hacer varias cosas a la vez sin sentir incomodidad por no ser demasiado cortés con ellos.

Con gente que no siento armonía, si no estoy desplazándome o caminando entre ellos, estar rodeada y tener que darles prioridad me altera. De carácter normalmente apacible y dulce, cambia a hostil, descortés y/o tajante cuando me acosan, interrumpen, si percibo una sensación de desagrado al interactuar con alguien o me parece incoherente lo que hacen o piden.

De hecho mi primer ataque fuerte de gastritis fue cuando trabaje en una gran empresa editorial, donde tenía gente a mi cargo y donde la subgerente estaba demasiado pendiente de mi, incluso hasta de como me vestía y con quien salía a comer. No dure mucho tiempo y preferí trabajos donde pudiera estar sola la mayor parte del tiempo.

Mis trastornos conductuales violentos, de hacer berrinches, azotar o golpear cosas corresponden a crisis de ansiedad relacionadas a la interacción social. Se desencadenaron con virulencia al migrar y enfrentarme a una cultura menos tolerante y menos diplomática, a tratar siempre con gente ayudando a mis amistades en un comercio con atención al público, siendo trabajólica no lograba coordinar o encontrar momentos donde estuviera sola y sin interrupciones por horas. Al estar en un ambiente de jerarquía intermedia donde me controlaban todo el tiempo, criticaban mis decisiones, donde más que un cerebro me sentía una extremidad que tenía que “obedecer” sin replicar y a la vez tenía que demostrar autoridad y no igualdad ante quienes colaboraban conmigo, donde me sentía “acorralada” y mi nivel de responsabilidad me impedía alejarme. Incluso me apodaron “calecita” por mi tendencia a dar vueltas antes de seguir instrucciones y al tratar de mantener distancia con la gente pero a la vez tener que permanecer en el mismo sitio, lo que origino el estar en movimiento constante, hacer todo pero sin terminar nada.

Estar por años expuesta a eso provocó ataques de pánico y una sensación similar a que el estomago me iba a estallar, aunado a muchos eructos nocturnos, trastornos digestivos y urinarios. Esa situación fue la que condujo al descubrimiento que soy autista y a deducir que mis trastornos gastrointestinales surgen cuando la gente quiere que no piense, que sólo siga instrucciones, que me “acople” a lo que debería hacer, o bien cuando tengo que estar pendiente de lo que otras personas hacen, es decir, a estrés prolongado causado por interacción social forzada.

Salvo ese trastorno gástrico soy una persona sana, prácticamente no me enfermo, no tomo medicamentos, cuando llego a sentir algún dolor como punzadas gástricas, dolor de cabeza o incluso en estados gripales lo soporto y se me pasa si me pongo a realizar alguna actividad física o mental.

Por ello creo más valido considerar que los trastornos digestivos que presentamos los autistas son motivados fundamentalmente por el estrés y el temor que nos da convivir con la gente. Que las reacciones de nuestro cuerpo ante esa amenaza pueden conducir a una cantidad diferente de sedimentos en la orina, a un aumento en ciertos neuroquímicos e incluso las manifestaciones disruptivas como estereotipias, hiperactividad y conductas arrogantes como una forma que tenemos los autistas de tratar de nivelarnos mediante la acción. Lo que buscamos indicar es “estamos ansiosos, queremos que se alejen o nos dejen apartarnos hasta tranquilizarnos”.


Las dietas restrictivas

Investigando sobre la dieta del gluten y la caseína, uno de sus argumentos es que hallaron diferencias en los compuestos químicos presentes en la orina de niños autistas. Uno de los pioneros en mencionar que algún producto de la alimentación provocaba trastornos conductuales fue en 1991 el Dr. Shawn con base a 3 casos consideró a las levaduras como las responsables a partir de una comparación entre 2 hermanos con debilidad muscular con 2 niños normales. La hipótesis de Shaw sobre la relación de los compuestos anormales procedentes del tracto gastrointestinal y el autismo, y el tratamiento de estos microorganismos para mejorar su conducta se reafirmó, con el estudio de otro niño autista, cuyos padres manifestaban cambios conductuales a partir de una infección de oído y los antibióticos consumidos. Después de los antibióticos y la infección por levadura, el niño no volvió a pronunciar una sólo palabra, se volvió hiperactivo, perdió el contacto visual, no era sociable y su patrón de sueño estaba muy alterado. Luego del tratamiento antimicótico se recuperó.

A partir de ahí se comenzó a especular la relación de la alimentación con el autismo. Y se inicia la experimentación con dietas que tuviesen la base de alguna relación con problemas gastrointestinales y trastornos de conducta. Entre ellas una dieta especial para celiacos considerando que el beneficio justificaba el costo de su implementación, la dieta GFCF.

El Dr. Karl Reichelt encuentra elevados niveles de exógenos en la orina de los autistas, similares a los que se producen en alergias alimentarias, encontrando con frecuencia en sus muestras anticuerpos de IgA que considera producto de un alto consumo de proteínas. Indicando que una reacción alérgica puede explicar la indiferencia social, los rasgos psicóticos y de analgesia en autistas. Considera que ello surge porque genéticamente en los autistas no existe la capacidad para digerir las proteínas de la leche y el trigo, provocando daño intestinal.

Pionero de la dieta, y uno de los propagadores como exitosa para autistas, el Dr. Paul Shattock (quien tiene un hijo autista y dirige un centro de apoyo para autistas en Gran Bretaña) condujo un estudio en niños con TEA entre 4 a 10 años 11 meses con un nivel bajo o moderadamente bajo de dominio en la comunicación, sociabilización y habilidades de la vida diaria, sin estar en tratamiento farmacológico, siendo el criterio de exclusión alguna comorbilidad como epilepsia, síndrome de fragilidad X, esclerosis tuberosa, maduración del desarrollo menor a 24 meses. La muestra fueron 38 con dieta estricta libre de gluten y caseína (que se recomendó darles un suplemento vitamínico que incluyera calcio para compensar cualquier deficiencia nutricional durante los 2 años que duró el estudio), 34 sin dieta. Encontrando una mejoría significativa en niveles de atención e hiperactividad en quienes llevaron la dieta el primer año y no siendo tan concluyente durante el segundo año. Considerando que en algunos niños podría la dieta conducir a cambios de comportamiento, pero sin haber utilizado un placebo no podían dar resultados concluyentes. Se proporcionó un apoyo nutricional completo para evitar deficiencias con la dieta restrictiva. Siendo su metodología de análisis muestras de orina, en modo ciego, es decir, quienes analizaban las muestras no sabían a que grupo pertenecían, test conductuales donde los padres indicaban los síntomas del autismo: interacción social, comunicación, esterotipias y conductas disruptivas. Para los propósitos del estudio fueron analizados los siguientes comportamientos:
Habilidad adaptativa y de desarrollo.
Inatención e hiperactividad.

Con la propagación del rumor entre padres desesperados de que la dieta funcionaba, sin evidencia más allá de la opinión de que podría ser factible, sin existir investigación que comprobase de forma rotunda la eficacia de la misma, motivó a un grupo de científicos del Centro Médico de la Universidad de Rochester, liderados por la Dra. Susan Hyman, para comprobarlo mediante un estudio controlado. Se realizó una muestra con 25 participantes, con anotaciones más precisas de alimentos digeridos, cambios de conducta y un grupo de control donde se les administraban productos con gluten y caseína disfrazados en otras comidas y su conducta era observada por investigadores. Con esta investigación, se mostró que no existían cambios conductuales, e incluso en algunos la ingesta de los mismos les mejoraba el humor, sólo un paciente que tenía celiaquía mostró los cambios favorables al suprimirle esos alimentos. Motivo por lo cual para la comunidad científica quedo descartada la dieta como factor de mejora en los trastornos de conducta autista.

Leyendo los resultados del estudio del Dr. Shattock para conocer la metodología utilizada y las conclusiones, desde la fuente, se puede observar en la tabla que adjunta el estudio que no se muestran diferencias significativas entre los test del grupo con dieta y sin dieta, salvo en el ítem de atención e hiperactividad, siendo curioso el dato que había más niñas que niños dentro del grupo con dieta, y que las niñas autistas por lo general presentan menores rangos que los niños en ambos ítems. Por lo cual la prevalencia de déficit de atención e hiperactividad en el grupo de no dieta donde había más niños es lógico que no tuviese cambios significativos dado que en el grupo dieta a menor proporción de contraste, mayores resultados de avance.

Dentro de las conclusiones de la misma manifiesta: Debido a la complejidad y potencial de deficiencia nutricional como resultado de largo plazo de una dieta de exclusión, un adecuado soporte clínico y dietético deberá ser utilizado durante cualquier intento de hacer tales cambios en la dieta. Dentro del estudio no se pudieron medir los riesgos para la salud a largo plazo asociados a dicha intervención dietética. Algunas deficiencias nutricionales en niños que llevan esta dieta se han mencionado: disminución en aminoácidos, electrolitos y vitaminas. Y requiere de algunos suplementos dietéticos.

Una particularidad de la publicación científica del resultado del estudio es que si bien se menciona constantemente la importancia de las muestras de orina donde se buscaron indicadores de una eficiencia dietaría, en los resultados que muestra y en los que avala la eficacia de la dieta muestra únicamente los de los test respondidos por los padres, sin que exista ninguna tabla o compendio de lo encontrado en la orina de los chicos antes, durante y al finalizar la dieta. Quizá ese haya sido el motivo para mencionar que no existían controles y descartar la validez del estudio. Sin esos valores que indiquen que la dieta a la par de la modificación de conducta disminuía las exorfinas que se supone causantes de las mismas, no posee evidencia no subjetiva.


Sin embargo, los defensores de la misma insisten y justifican basándose en algunas afecciones que representan menos del 10% de individuos dentro del espectro autista (como duplicaciones del cromosoma 15, esclerosis tuberosa, fragilidad X, fenilcetonuria, neurofibromatosis, entre otros) en que debe existir algo en esos alimentos que provoca una conducta atípica en todo autista y que “más vale prevenir”.

Conjeturan en que debería existir ante su ingestión, en la fermentación un factor desencadenante del trastorno conductual. Considerando que se reportaban trastornos digestivos en los autistas: hinchazón, flatulencias, reflujo entonces algo debería ocurrir en los intestinos, dedujeron (sin investigarlo mediante grupos de control) que la fermentación de las proteínas en especial de la glicina y la caseína deberían producir una reacción inmunológica en los autistas aún sin ser alergia y que como los trastornos conductuales eran semejantes a los efectos con agentes opiáceos; entonces en la fermentación, ocurrida en el intestino, los autistas absorbían esas sustancias tóxicas que sólo ocurrían con esos dos tipos de alimentos por un desorden del metabolismo que con la inflamación y las reacciones defensivas del cuerpo producían permeabilidad intestinal haciendo que estas sustancias fuesen directo a la sangre, o bien produciéndose reacciones semejantes a las etílicas que conducían a las dificultades motoras y falta de concentración.

Investigadores midieron la mucosa intestinal sin encontrar alteraciones en las misma, ni una diferencia evidente entre los intestinos de un autista y pacientes con problemas gástricos no autistas. Lo que si encontraron es que una constante inflamación modifica la sensibilidad intestinal, haciendo que cualquier mínima variación en la presión se perciba más (hipersensibilidad que al estar conectado por el nervio vago el intestino con el cerebro conlleva a mayores estados de alerta). Evidencias fisiológicas mostraron una mayor prevalencia de problemas gástricos en la parte superior (estómago, esófago) y en el colón. Y problemas con las cardias, contracciones o distensiones involuntarias de las mismas (las cardias son las válvulas que controlan el flujo o reflujo gastrointestinal) causantes entre otras cosas de meteorismo.

La hipótesis que está prevaleciendo en los últimos años, retoma las ideas de Shawn pero con el agregado de considerar que las bacterias, hongos y levaduras que se pueden desarrollar en el intestino, cuando la flora intestinal es modificada por el uso de antibióticos y la alimentación actual donde abundan los productos industrializados podría haber colonizado el mismo produciendo los efectos opiáceos. Donde fuesen los residuos no digeridos de las proteínas, o los hongos, los que provocarían permeabilidad intestinal, y donde al proliferar la flora dañina en vez de la flora benéfica el cuerpo no pudiera depurarse naturalmente absorbiendo tóxicos que alteran a los niños autistas, o que se generen mayores trastornos conductuales por las mismas. Considerando que debería restringirse también el azúcar y la fluctuosa por ser el alimento de las bacterias y la levadura, en especial la Candida Albicans. Sin ser tan radicales de indicar que la dieta de supresión deberá ser para toda la vida, como el caso del gluten y caseína, sino tan sólo en lo que el cuerpo se reequilibra a través de una dieta depurativa. Es decir que las infecciones gastrointestinales son lo que provoca los trastorno conductuales.

Para tratar de explicar el porque los autistas son susceptibles a esas sustancias, y el resto de la población no, se ha supuesto que alguna deficiencia genética debería existir al momento de la formación del intestino delgado durante la gestación. Y que por eso los autistas tienen tantos problemas gástricos, como si los intestinos no se hubiesen desarrollado completamente. Pero como mencionamos anteriormente, no existe evidencia de malformación intestinal que lo sustente. 


Conclusiones

Se habla de una pandemia porque si antes la relación entre autistas profundos (que era los únicos que llegaban a ser tratados clínicamente) era de 1 en 2500, a raíz de considerarse un espectro autista con diferentes grados la relación es de 1 en 170 ó 250 niños. Dentro de esa proporción no se está considerando la población de autistas adultos “invisibles” que han sabido adaptarse a las exigencias sociales, que quizá sean padres y ellos mismos teman tener que criar a un hijo “inadaptable” recordando sus propias dificultades sociales.

Existe un terror hacia el autismo, pero si consideramos que la naturaleza tiende a equilibrar para sanar... ¿no será que la “pandemia” de autismo es la forma que existe para que nazcan más seres que sean capaces de cuestionarse? Seres que intenten tomar decisiones individuales o, si se sienten inseguros, retraerse antes que cometer una tontería de la cual luego se arrepentirán por dejarse llevar por lo que digan los demás sin haberlo analizado a fondo antes (si nos referimos a las dietas costo en términos económicos, nutricionales, de estrés).

Para el caso de las dietas aunque mucha gente se deja llevar por “le sirvió a fulanito de tal” cito que para la comunidad médica la conclusión de los numerosos grupos de trabajo es que no existe evidencia documentada de modo científico, que pruebe que los factores ambientales estudiados sean por sí mismos causantes del autismo. En contraposición, el autismo es considerado por los expertos como el más “genético” de los trastornos neuropsiquiátricos en la infancia. El criterio actualmente aceptado es que una dieta restrictiva, libre de algún o algunos nutrientes, debe instaurarse sólo cuando la persona con autismo padece alergia y/o sensibilización documentada con las exploraciones específicas a nutrientes concretos, y no sólo por el hecho de presentar autismo.

A un autista se le dificulta y presenta una ansiedad tremenda cuando tiene que aplicar técnicas de negociación y manipulación social porque sabe que traiciona lo que constituye, para si, una realidad natural. Es decir, cuando para sobrevivir interactuando socialmente se siente obligado a tener que exagerar una información o distorsionarla para lograr que otro haga algo que quiere que realice, sin darse cuenta que lo está obligando. Esa perfección de la sutilidad que suele tener la gente neurotípica, donde el otro parece que coopera de buena gana, aunque intuya que no existe equilibrio ni cooperación equilibrada, pero quien manipula le haga creer que sí, aunque sabe de antemano que no será realidad. Los autistas sólo cuando no tienen que “obligar” a nadie a cooperar con ellos, que participan voluntariamente al parecerles lógico lo que propone o quiere el autista, entonces sociabilizan perfectamente y no presentan “berrinches” por frustración.

Cabe aclarar que la cuestión de no aplicar técnicas de negociación o manipulación no es por desconocimiento en la adultez, suelen ser buenos observadores en general y comprender que ocurre en su entorno. Pero cuando las aplican son plenamente conscientes y eso también genera estrés, es un “beneficio” con un alto costo.

Los autistas son personas que están entre la espada y la pared, porque aunque pueden aislarse y sentir paz, también necesitan de los demás y de su cooperación para algunos aspectos de su subsistencia. Puede haber muchos métodos para evitar agresiones externas como las alimenticias, pero para lo social la única forma que tienen es tratar de encontrar formas para relajarse y disminuir los niveles de estrés para evitar trastornos gástricos severos.


Curiosidades de los opiáceos:

Agonistas opiáceos producen efectos de bienestar, euforia, placer, sedación.
Antagonistas opiáceos producen efectos mal humor, irritabilidad, tristeza, ansiedad.


Referencias:
http://www.asperger.es/publicaciones.php?id=3&cap=182&cat=9 (Secciones: 4. ¿Por qué la relación Gluten-Caseína y Autismo?, Discusión)
Gastrointestinal Factors in Autistic Disorder: A Critical Review. Craig A. Erickson,1–3 Kimberly A. Stigler,1,3 Mark R. Corkins,2,3 David J. Posey,1,3. Joseph F.
http://link.springer.com/article/10.1007/s10567-011-0097-0/fulltext.html
http://www.dsalud.com/index.php?pagina=articulo&c=1670
Eating for autism. The revolutionary 10-step to help threat your child´s Autism, Asperger´s and ADHD. Elizabeth Strickland.


Desmitificando la agresión por gluten-caseína en autistas y su repercusión conductual. por Fanny Trías se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.