martes, 16 de abril de 2013

Bipolaridad y autismo


La bipolaridad se entiende como una enfermedad producida por falta de neuroquímicos, cuya deficiencia genera alteraciones conductuales que pueden ir desde la depresión (donde la persona está desganada) a la constante actividad (manías) producidas en general obedeciendo a estados alucinatorios de la conciencia (la persona escucha voces y ordenes que le indican qué hacer). Y su única forma de tratamiento es evitar cambios bruscos de hábitos, evitar las tensiones y controlarse farmacológicamente para nivelar los neuroquímicos teniendo como factor de cambios de dosificación las conductas observadas.

Pero existe evidencia que intentar modificar farmacológicamente a un autista no genera progresos, e incluso si se pueden generar estados alucinatorios y agresivos reales causados por la droga administrada, es decir, la mente al recibir algo que no necesita no sabe como procesarla ni como eliminarla e incluso luego de un periodo de dopaje cuesta interesarse de forma natural en algo. Los psiquiatras durante años les ha constado entender porque una persona autista no sale de la “depresión” o porque las actividades sociales o el “salir” al mundo no lo ayudan a modificar sus “manías solitarias”.

En el autismo existe una causa externa para una alteración conductual, que no corresponde a un estado alucinatorio o falta de neuroquímicos. El autista tiene una amplia capacidad para entender directamente y sin deformaciones la realidad externa que le rodea, tiene mayor agudeza sensorial. Suelen presentarse facetas donde la persona se aburre o se siente demasiado abrumada por no ser hábil en algo (evaluación lógica de sus capacidades de realización), y cuando acontece eso viene una falta de energía que suele inducir a estados de somnolencia y malhumor, digamos como una especie de hibernación. Hasta que encuentra algo que llama su atención, o en lo que es hábil y le energiza, ocurriendo en muchos casos una total abstracción y concentración en eso que siente más importante que nada en el mundo.  

En la deficiencia de neuroquímicos lo interno, la falta de reguladores químicos, impide ver con claridad la realidad que le rodea, o reaccionar debidamente, y es lo que modifica la respuesta a lo externo. Dado que lo externo jamás se va a ajustar a lo que interpreto la persona, su voluntad no basta para lograr sus objetivos, por ello al sentirse desorientado alucina salidas de "emergencia" que se alejan mucho más de la realidad externa, por lo cual la persona vive en un estado de existencia en una realidad distorsionada.

En si parece una tendencia que cuando se desconoce el autismo resulte en que los primeros diagnósticos correspondan a psicosis. En el caso de las personas pasivas suelen ser más tolerantes a lo social (en especial las mujeres), pero tener “lapsus” de transformación conductual: de ser tranquilas, serenas o parecer inmutables a ser sumamente hostiles, hirientes, poco prudentes o “despiadadas”, cuando ya la gente ha rebasado el limite de lo que ellas son capaces de soportar y entonces responden de forma reactiva a lo que consideran factor de provocación, y por ello sean más diagnosticadas como bipolares. Mientras que las personas más activas e intolerantes (en su mayoría hombres) en general se les considere esquizofrénicos.

En el autismo, en ambos sexos, si bien pueden existir periodos alternados que para un observador externo el no estar ocupado corresponda a “depresión” y el enfocarse excesivamente a “manía”. También se dan fases duales a nivel social donde puede ser muy marcada la tolerancia a los demás o pasividad, cuando no hay nada importante en que ocuparse, contrastando con la intolerancia incluso a la presencia de terceros, cuando tiene algo en que concentrarse (estado ocupado); no soportando que nadie le interrumpa o le indique detenerse, porque lo desenfoca. En la fase "ocupado" una interrupción puede conducir a hostilidad de formas diversas que suelen interpretarse como estados alterados, porque la persona no modera su comportamiento en función de no herir a los demás. Pero en cuanto se “desocupa” su personalidad tolerante puede volver a aparecer como por “arte de magia”.

Quizá esto ocurra porque siente que lo que hace es más importante incluso que su propio cuerpo, por tanto a veces se olvida de comer o de lo que se consideran necesidades básicas, pero no es por una alteración neuroquímica sino es por sentir que está haciendo algo que si es productivo para sí mismo y que en algún momento generara resultados, es decir, es por concentración y uso de la mente en forma lógica.

En el caso de la bipolaridad neuroquímica, sea natural o inducida, la persona pierde sus habilidades de razonamiento lógico, no se puede concentrar, su mente divaga, olvida todo concepto de normas sociales y de autorestricción, transformándose su personalidad a algo no reconocible. Es decir, no genera nada más que caos y sólo puede revertirse el estado dopándolo, convirtiéndolo en un zombie hasta que se tranquilice y recuerde las normas sociales. En la bipolaridad la persona arriesga su vida, su moralidad, su economía y suele poner en peligro a terceros por sus estados alucinatorios. Pierde absolutamente la noción de la realidad, de sí mismo y de los otros.

El caos para un autista viene cuando se siente frustrado, cuando no logra concentrarse y considera que nada le llama la atención, que todo se pone en su contra y le obstaculiza, que no tiene tiempo para si (lo cual significa ocuparse en algo), que nada vale la pena. Ahí por intentar lograr energizarse puede realizar movimientos corporales, busca conseguir un estimulo, cuando no su mente divaga entre varios temas, hasta encontrar algo que lo centre, que lo enfoque para poder encontrar una forma de entretener su mente o hallar una respuesta a un problema. La mayor inquietud surge cuando todo lo que observa externo parece caótico y sin sentido.

El autista cuando se concentra se olvida de la gente, porque el hacer, el pensar y el lograr algo por iniciativa propia, supera en energía a cualquier compañía humana. Cuando le preguntan que es más importante las actividades o las personas, para las que se supone debería hacer algo, responde las actividades. Y esa ha sido la base por la cual muchos genios han logrado dar avances a la humanidad, porque se han concentrado más allá de las personas que los rodean.