martes, 18 de junio de 2013

Imitación, empatía y su influencia en el pensamiento


En una conferencia sobre el tema de “Neuronas espejo y la empatía” la ponente, especializada en neurociencia, manifestaba que consideraba que la evolución de las neuronas espejo hacia la empatía y el gregarismo era lo que había permitido al ser humano prevalecer como especie, y que cualquier otra configuración cerebral era una anomalía que evolutivamente tendería a desaparecer.

Evolutivamente todo lo que prevalezca es porque a través de muchas generaciones fue evidente que de alguna forma era funcional. Así si ocurre una mutación y los individuos sobreviven para transmitirla más allá de su propia existencia entonces la mutación es favorable y con el paso del tiempo se perpetúa.

Una “mutación” de la mente gregaria humana sería el autismo, si se considera que dentro de toda sociedad grupal para que continúe tiene que tener cohesión social, los individuos innatamente deben de ajustarse a los estándares, a su papel y cooperar entre si para lograr mantener la unidad y avanzar como grupo.

Sin embargo, no podemos decir que el gregarismo sea producto de la evolución de la mente humana ya que los insectos son plenamente gregarios, donde su capacidad y su vida misma dependen de que cada uno de ellos cumpla cabalmente con lo que ha nacido programado para hacer según los requerimientos de su colonia. Generándose individuos con respecto a las necesidades de la misma.

Lo que caracteriza al ser humano es su diversidad. La capacidad que tiene para dejar de ser gregario si lo precisa, puede estar solo y sobrevivir si tiene la habilidad de fabricar y utilizar herramientas aunado a la aceptación que puede darse de integrar a un individuo extraño en un grupo de pertenencia si parece cooperativo.

En todo sistema gregario se dan diferencias neurológicas que hacen que cada ser tenga diferentes habilidades, que dentro de un ambiente que las desarrolle adecuadamente serán funcionales al grupo, pero en el ser humano no están tan definidas. Así podríamos decir que incluso el autismo surge de la necesidad de nuestra especie por la diversidad. El autismo funcional ha dado aportes para la especie humana, cuando la persona logra alcanzar un nivel de comunicación y transmisión de sus ideas hacia los demás que las adoptan como propias.


Las diferencias cerebrales básicas

Con base en la imagen podemos decir que una de las diferencias en el cerebro autista está en que es menor su capacidad de dar una categoría a las personas (en ocasiones hasta de identificación de las mismas), y está potencializada su identificación del entorno. Tiene un sentido de alerta mayor hacia todo lo que le rodea, no logrando centralizarlo tan sólo en su especie. Sus sentidos son más finos.

Le resulta difícil comprender que las personas pueden hacer algo por él ya que en su memoria no sólo están almacenadas las sensaciones satisfactorias de la interacción (que son las que logran una respuesta favorable hacia los demás, la idea de ayuda y solidaridad mutua) sino que se mezclan también con las insatisfactorias que produce percibir los estados de ánimo fluctuantes en el ser humano.

La mente autista es capaz de distinguir sensorialmente todos los elementos que indican un nivel de pasividad o agresividad en lo que le rodea. Con su especie lo capta en los tonos de voz de los demás, en sus movimientos si son armónicos o descoordinados, incluso la tensión de la respiración. Todo ello lo percibe y acciona al sistema primitivo (llamado cerebro reptiliano) que indica que hacer ante la seguridad o amenaza. De la misma forma un neurotípico captaría el mundo, al quedarse aislado y sin ayuda grupal; todos sus sentidos se alertarían, para poder reaccionar de forma oportuna ante todo aquello impredecible que pueda relacionarse con él, a fin de sobrevivir por si mismo.


Las neuronas espejo

En el sentido de ser consciente del significado de la solidaridad y la compañía como forma de protección o de amparo, suele darse más en la mente neurotípica que busca refugiarse en los otros, para no pensar, al sentirse seguro. Pero para una mente autista los otros son un continuo estímulo, las neuronas espejo le están indicando permanentemente si está en un ambiente favorable o desfavorable y las reacciones que tenga dependerán de que pueda o no ejecutar lo que ordena el cerebro como óptimo para ese contexto. Así en algún momento buscará desaturarse, intentando tener menos estímulos, menos sensaciones y ello lleva al aislamiento y a la introspección. Y en caso de no poder hacerlo su conducta será la correspondiente al acorralamiento pudiendo derivar en extrema ansiedad pasiva o en reacciones violentas.

El gregario tiene el condicionamiento innato de medir fuerzas con el otro y de adoptar una postura acorde, intuye que el otro reacciona hacia su propio comportamiento y realiza la acción que tienda a colocarlo dentro de donde desea estar. Cuando pospone sus intereses de forma voluntaria para favorecer al otro, o al grupo, ocurre la empatía. Cuando los antepone dominación y si renuncia por la dominación es sometimiento.

La imitación ocurre cuando al experimentar lo que se observa y repetir el movimiento comprende el individuo que obtiene algo favorable para si, y luego si nota que puede complementarlo se establece la coordinación. Cuantas más veces obtenga un resultado favorable más quedará en su memoria como una acción que se desencadenara por las neuronas espejo. Las neuronas espejo son aquellas que permiten discernir si lo que se ve es funcional o disfuncional y establecer lo que se denomina potencial de acción que es lo que permite a un ser vivo coordinarse con su ambiente.

La mente autista puede imitar comportamientos, en si acciones, sin embargo, los de su propia especie no sabe como hacerlos funcionales porque no percibe la respuesta ajena a los mismos, es decir, no percibe las emociones en los demás (Hobson, “The cradle of thought”). Así no se retroalimenta para considerarlos efectivos y conforme va desarrollándose no ve a los otros seres humanos como fuentes de cooperación sino muchas veces como obstáculos, por lo cual va tendiendo hacia el individualismo. Va desarrollándose hacia ir creando maneras de hacer las cosas a su forma, no de la forma como lo hacen los demás, no imita a las personas (sus gestos, expresiones, vocalizaciones), ni acepta sus decisiones ni sus razonamientos sin analizarlos primero.

Investigaciones a partir del presente siglo mencionan que en el autismo el mayor déficit parece ser el reflejo especular profundo que acerca a las personas entre sí y posibilita la conexión emocional (Marco Iacaboni. “Las neuronas espejo”. Los espejos rotos. Imitación y autismo. Ed. Katz conocimiento. Pág. 172). Es decir, la persona no ve en el otro su reflejo, no abandona la consciencia de que el otro no es él. Entre más profundo es el autismo más se establece la diferencia, a tal punto que la persona deja de observar a sus congéneres y centra su atención en los objetos y a mayor adaptabilidad social las personas autistas centran su atención en la boca, no en los ojos de las personas (Marco Iacaboni. “Las neuronas espejo”. Los espejos rotos. Imitación y autismo. Ed. Katz conocimiento. Pág. 174). Se observó también que no siguen los movimientos de señalización sin una indicación verbal. Es decir, si una persona no le indica “mírame te estoy señalando algo”, entonces el individuo mirará todo su entorno. Luego si le explican que debe mirar el dedo de quien habla, es capaz de hacerlo.

Los investigadores no entienden porque es esto o porque no prioriza la atención hacia la persona que está cerca. Ya lo mencionamos anteriormente, en el autismo no es innato el sentido de protección que pueden dar los otros y su cerebro se prepara para valerse por si sólo y eso sólo se logra estando pendiente del entorno. Resulta a la vez muy curioso leer que los investigadores no se han percatado de algo esencial sobre el comportamiento en el autismo, a pesar de tenerlo ante sus ojos (Marco Iacaboni. “Las neuronas espejo”. Los espejos rotos. Imitación y autismo. Reparando los espejos rotos. Ed. Katz conocimiento. Págs. 177-179) y sigan preguntándose sobre las deficiencias de las neuronas espejo pero lo explicaremos más adelante.

El comportamiento diferenciado lleva a conflictos en sociedades demasiado estructuradas, donde cada persona cumpla un rol definido e inamovible, donde al comportamiento autista (diferente de la norma) se le toma como un elemento conflictivo. Me viene a la memoria varias películas que tratan el tema como “Hormigas” de Disney, y la reciente “El Hombre de Acero” donde la sociedad Kryptoniana es tipo colmena (lo que parecía sugerir la ponente que es el ideal para la raza humana). Donde como corolario, o enseñanza, se hace patente que la coordinación de ambas mentalidades es lo que en algún momento permite un avance o la supervivencia de la misma sociedad.


La conformación neuronal en el autismo

Lo que se ha detectado es que existen diferencias anatómicas a esté nivel, en las áreas de las habilidades sociales, en percibir al otro e inferir sus estados mentales y en hacer algo con esa información. Por eso se ha dicho que en el autismo está presente la “Ceguera Mental” o la falta de empatía. Pero esto es referente a su pobre coordinación innata ante adecuar su propio comportamiento al de los demás.

Podríamos decir que el sistema autista de captación de los otros es más básico, primitivo en el sentido de que detecta rápidamente si el otro tiene o no voluntad de hacer algo. En lenguaje llano “si tiene ganas de cooperar” e incluirlo. La sensación que percibe es de tranquilidad o armonía en ese caso y ello determina el nivel de proximidad hacia los demás, su empatía (que se da no por una sensación similar a la que experimenta el otro, sino recordando lo que sabe del comportamiento humano para correlacionarlo con la persona que tiene enfrente, es decir es cognitiva no emocional). Si a través de sus neuronas espejo detecta que no existe ningún obstáculo para realizar labores en conjunto puede acoplarse perfectamente a una labor social o grupal y realizar la coordinación voluntaria y espontánea hacia toda actividad que considere necesaria, incluso sin medir el beneficio personal.

Cuando lo que se denomina superneuronas espejo se activan (que son las que inhiben el repetir una acción por considerarla errónea) es cuando tiene que realizar estrategias para convencer a los demás. En ese momento la sensación que percibe es de desagrado, molestia o rabia que sería el sinónimo de algo amenazante. Así la mente autista busca otra estrategia y recurre a su poder de observación y memoria de todo aquello que no sea humano, que pueda ayudarle en su labor. Es decir, si no logra la cooperación de su misma especie, sabe que puede trabajar con elementos distintos a él (manipular objetos) o bien retraerse y así conseguir un objetivo por si mismo.

El desarrollo de la comunicación verbal, o tratar de lograr la ayuda externa, va de acuerdo a los resultados que vaya teniendo en ese sentido. Si logra hacer cosas individuales o se le dificulta. En el caso de dificultarse intentará primero resolver las cosas sociales sin hablar y si los otros le entienden y cooperan intuitivamente no habrá necesidad de hacerlo. Pero si eso falla y cuando ve que comunicando un razonamiento lógico el otro responde adecuadamente entonces el sistema se fortalece ya que intuye que aún cuando no tiene posibilidad de “modificar” la voluntad ajena si la otra persona no razona, o no ve las cosas desde su misma perspectiva, le da la posibilidad al otro de entenderle al transmitir lo que está en su mente, ya que no existe otra posibilidad de que esa persona deduzca lo que desconoce, y espera la misma correspondencia, que le digan específicamente lo que tienen en mente no que esperen que lo adivine, para así lograr inferir si es razonable poner la voluntad en el mismo propósito.

En el neurotípico se da también el proceso de sensaciones armónicas y desarmónicas, pero algo en su cerebro le dice que puede lograr mediante una manipulación convencer al otro, aún cuando no tenga voluntad inicial de hacerlo. Y sus sensaciones de agrado o desagrado van condicionadas a la respuesta de otro. Esto lo va desarrollando y calibrando a lo largo de toda su vida, intentando lograr su objetivo de realizar una manipulación sutil para sentirse tranquilo, llanamente “salirse con la suya”. Para ello la imitación del comportamiento ajeno resulta fundamental, ya que hace que el otro de distienda, o baje su nivel de estar en guardia  y ello deriva en el pensamiento convencional, en aceptar sin dudar como lógico lo que establezca una mayoría.

Ante el sistema de manipulación (el forzar voluntades humanas), y el convencionalismo se activa en el cerebro del autista la señal de error, y es por ello que no se imitan muchos comportamientos sociales que para él carecen de sentido y son imprácticos. Como no necesita doblegar a los otros sino cooperar con ellos de forma natural sus comportamientos sociales son muy distintos. Como por ejemplo confrontar o rechazar a los demás sabiendo que ello lleva a que le rechacen también, pero tiene la lógica de aquello que no es útil, estorba, y es mejor que no esté en el camino.

Por ello es una lucha constante para una mente autista alcanzar el potencial de sus capacidades dentro de la sociedad gregaria. Pero, aún con las limitaciones que le impone la adecuación, si logra condicionar su medio a un ambiente favorable puede desarrollar un refinado pensamiento no convencional profundamente lógico, que dicho en otras palabras es enfocarse más en ser práctico y razonar que en idealizar y sentir. Este tipo de pensamiento es el que da lugar a las innovaciones que han sido la base motor del progreso humano.