martes, 5 de febrero de 2013

La psicopatía autista, o la falta de buen trato hacia los demás


Actualmente psicópata y autista son dos términos antagónicos, polos opuestos, en la literatura médico-científica. Pero en la vida cotidiana es como si fuesen dos caras de una misma moneda y de hecho el autismo en un tiempo fue considerado una psicopatía por sus efectos sociales. 

Es difícil distinguir que diferencias existen dado que hay muchas similitudes y a la vez oposiciones, en cuanto a cómo y por qué las personas psicópatas o autistas tratan mal a la gente, porque son crueles o no tienen empatía.

Refiriéndonos a la empatía Simón Baron-Cohen distingue la empatía en dos partes: la capacidad de identificar y, por otra parte, de responder adecuadamente a los pensamientos y sentimientos del otro. En otras palabras la capacidad de leer la información que el otro nos provee que nos permite identificar sus probables pensamientos o sentimientos y, por otro lado, hacer una buena interpretación de la misma que nos permita responder adecuadamente a lo que observamos, beneficiando a los demás.

Si hablamos en términos neurobiológicos la empatía es un proceso mental, práctico para vivir en sociedad, permite la cooperación y la solución de problemas. Donde se toma como base de deducción la información que los otros nos proveen indirectamente, hace uso del conocimiento que cada uno posee a fin de llegar a algo que pueda favorecer a los demás. Aunque a la persona que realiza ese proceso (de pensar una solución) no le ayude necesariamente. Es indirecto porque permite ahorrar tiempo, y la persona que tiene una dificultad no tiene que estar plenamente consciente de la misma, sino confiar que los otros la van a detectar. Si la persona tiene que emplear su capacidad mental para encontrar la solución, no necesitaría de los demás y podría ser totalmente independiente (tal como sucede con los autistas y psicópatas que se dan cuenta de que son diferentes a los demás y que no logran colaboración innata de los otros). La mayor parte de la población depende de los demás y es inhábil para valerse, pensar y decidir por si mismo todo el tiempo.

Como el grueso de la población puede ser empático (consideran que los otros podrían ser ellos, utilizando el principio de te ayudo porque puedes ayudarme) son percibidos como extraños tanto autistas como psicópatas. Existe otro punto que establece una brecha entre la media y los “no empáticos”, su conformación neurobiológica que hace que procesen la información del exterior de forma diferente. Considerando el principio de empatía de Baron-Cohen podría decirse que:

Los autistas no captan la información de los otros de forma indirecta, sólo captan información puntual y directa que les transmiten los demás en base a lo que quieran comunicarles. No utilizan su nivel de conocimientos para ponerse en el lugar del otro, porque saben innatamente que la información de vida y experiencias son diferentes, por tanto no pueden inferir un comportamiento adecuado para algo que desconocen o dudan de que sea real, de hacerlo tienen que tomarse un rango de tiempo más amplio que la media de población para la misma actividad.

Los psicópatas si captan la información de forma indirecta, son sumamente ágiles en hacerlo pero no responden adecuadamente sino que lo que deducen de la información, tanto directa como indirecta, es para utilizarla ventajosamente para favorecerse a si mismos. Poseen también un pensamiento sumamente lógico que les indica que son diferentes a la media, se diferencian de los autistas en que necesitan de los demás e intuyen que los otros no van a cooperar innatamente con ellos, por tanto, infieren que tienen que forzarlos, por lo cual tienen la habilidad de pensar rápidamente en que es lo que los otros necesitan a fin de aprovecharlo a su favor. Es decir, en términos de razonar las probabilidades de pensamiento de los demás son mucho más ágiles que la media, aunque no toman en cuenta la información con respecto a los sentimientos porque no les sirve.


Percepción de los convivientes con respecto a la conducta no empática

En cuanto a la percepción externa de la conducta no empática por parte de quienes la sufren, las similitudes que existen es que en los polos del espectro de empatía las personas no comunican “quienes son” de forma normal. Incluso es distinto el lenguaje indirecto que pueda permitir a los demás deducir las intenciones. La diferencia no visible es que el autista le es difícil tomar en cuenta la información que recibe de los demás (se basa en su propio conocimiento) y puede ser por esa razón muy ingenuo, testarudo o imprudente y el psicópata si tiene esa facilidad de comprender a los otros y utilizar la información que le brindan, por tanto puede ser más astuto.

El espectro autista que va desde el autista profundo que no se comunica con los demás (al no interactuar no constituye un peligro), hasta el que si representa un gran molestia social por su comportamiento intransigente.

Quizá sería conveniente aclarar que el espectro psicópata es muy amplio. Va desde la gente que es influenciable fácilmente por su nivel de inseguridad en si mismo y se subordina a los deseos de los demás pasando por el manipulador y llegando hasta el psicópata desalmado. En otros términos desde el que se deja dominar por otros y se victimiza, hasta el que domina a los demás y los tiraniza.

Este último, el desalmado, es la imagen social que se tiene al hablar de psicopatía, aunque constituye un estereotipo basado en el menor número de psicópatas que representan real peligro para la sociedad.


Los psicópatas

En el libro titulado “Las Personalidades Psicopáticas” de Kurt Schneider entre varias de las definiciones menciona una muy interesante, que quizá haya influenciado al Dr. Hans Asperger para la denominación “psicopatía autista”, la de Verbeek: la alteración fundamental de las psicopatías es un fallo del ser-en-el-mundo (del co-ser), una defectuosa disposición hereditaria para la comunicación interhumana.

Schneider entiende personalidad como el conjunto de sentimientos y valoraciones, de sus tendencias y voliciones sin incluir en ella la inteligencia. Define la psicopatía como: Los psicópatas son personalidades anormales que a consecuencia de la anomalía de su personalidad tienen que llegar más o menos, en toda situación vital, bajo toda clase de circunstancias, a conflictos internos o externos. El psicópata es un individuo que por si sólo, aunque no se tengan en cuenta las circunstancias sociales, es una personalidad extraña, apartada del término medio. Lo perturbador, lo socialmente negativo, es, frente a la personalidad anormal algo secundario.

Siguiendo con lo plasmado en el libro se califica a alguien como psicópata cuando sus defectos se limitan esencialmente a la vida afectiva y a la voluntad. Pero a la vez Gruhle basándose en lo anormal indica que incluso un genio es un psicópata ya que sobresale del término medio pero a los médicos sólo le llegan las “personalidades con conflictos”; es decir, aquellos psicópatas que sufren o que resultan lesivos para la sociedad. Y se aclara en el libro que no es fácil encontrar psicópatas “puros”, sino que se mezclan dentro de las categorías que Schneider definió como personalidades psicopáticas y que son la base de la catalogación actual criminalística.

Schneider indica: Cuando se califica como patológico al perturbador social o al inepto, se emite un juicio de valor, a partir de cualquier punto de vista preconcebido, ideológico o sociológico; es decir, se utiliza el concepto de enfermo de un modo completamente figurado y sin significación objetiva. Se llama entonces patológico a lo que se halla en pugna con la propia opinión o convencimiento o con la ideología reinante.


La valoración o juicios sociales de la falta de empatía

Parecería que éste concepto de hacer juicios de valor social con respecto a las personas es la base de la naturaleza ideológica actual, incluso de la diagnóstica, donde se espera que en función de lo que se considera es la empatía, las personas sean capaces de trabajar en equipo y convivir siguiendo la media.

Se calificará de anómalo leve a aquella persona, por ejemplo un adulto, a quien no se le nota ningún comportamiento sumamente extraño en su trabajo o en interacciones breves, pero donde se percibe ineficiencia social en cuestiones de convivencia a largo plazo, negociaciones personales y resolución de problemas grupales que implique modificar la voluntad del otro. Es decir, para un observador la persona podría ser normal en el ambiente laboral o en interacciones breves porque ha aprendido a imitar comportamientos que se consideran correctos, pero en el resto del tiempo, dado que ese esfuerzo mental le produce agobio y deja de ser práctico, muestra su falta de empatía.

La conducta anómala en términos de valores sociales es que el autista daña a los demás con su intolerancia, brusquedad, su sinceridad despiadada inmisericorde, su forma de hacer sentir a la gente que le estorban y que es mejor que estén lejos, pero a la vez exigirles que tienen que hacer las cosas bien y dar lo mejor de si, su hermetismo, su arrogancia de que no cooperará con otro cuando lo necesite sino cuando crea conveniente o “quiera”, su soberbia de manifestar vehementemente que no le importa el criterio de los demás porque considera que tiene argumentos y conocimientos válidos que le dan la razón. Daña porque no “sabe” doblegarse,  porque no quiere ceder.

El psicópata daña porque aún siendo evidente que utiliza a las personas las manipula de tal forma que sientan que son participes ineludibles de lo que les sucede, no por las acciones del psicópata sino por las suyas. Es decir, porque les transfiere a los demás toda la responsabilidad y las causas de sus actos. Dependiendo del tipo de psicópata puede establecer un principio de “dependencia” (ese si te vas me muero) o un principio de “honor” y de promesa (que no tiene la menor intención de cumplir) de reciprocidad a futuro dependiendo siempre de que tanto coopere la gente con él. Es una actitud condicionante y no permite que los demás se aparten de él o de sus ideas porque no quiere que sean conscientes de la realidad y no le conviene. Busca controlar las voluntades ajenas.


La convivencia

Para la gente conviviente que sufre de los efectos de estar cerca de una persona dentro de los polos del espectro humano no empático la sensación de impotencia ha de ser similar. Ese percibir que falta reciprocidad afectiva.

La diferencia es que con el autista se nota continuamente que existe un distanciamiento y aparte trata mal a la menor provocación, tiene poca “paciencia” con la gente causando el inmediato rechazo (que en una actitud natural provocaría el alejamiento entre ambos, pero que si se da en un ámbito de responsabilidad donde ninguno puede separarse por ser complicado se toma como una actitud dictatorial), así es probable que alguien sufra más al lado de un autista que conviviendo con un psicópata. Pero ¿qué tiene el autista que a pesar de su forma de trato tan bruta y cavernícola alguien quiera estar a su lado? ¿Esa gente es masoquista?

Una de las cuestiones hirientes que tiene, un Asperger sobre todo, es “poner a la gente en su lugar” a nivel intelectual; suele menospreciar su capacidad con frases poco corteses llevando a que la persona cercana se sienta insultada o menospreciada. Pero a la vez se percibe que el autista tiene cierta capacidad, habilidad o cualidades morales que son difíciles de encontrar en la gente común y que intenta reparar sus errores, hacerse responsable (porque ser bruto no es algo inherente sino conductual). Una vez que entra en razón y sabe que hace daño puede aprender a ser diplomático o a alejarse antes de agredir a otros, es decir, a tomar la iniciativa para evitar herir en vez de esperar que los otros se hagan cargo de su conducta.

En cambio convivir con un psicópata puede parecer más fácil (si no es del tipo inseguro que le hace la vida de cuadritos para martirizar al otro) en el caso de un psicópata desalmado; puede no mostrar hostilidad a fin de tener tranquilo al otro mientras le sea útil, se sabe adaptar a la personalidad de su conviviente, sabe como modificar la voluntad del otro empleando diversas estrategias de manipulación social de forma muy sutil, lástima a los demás pero los compensa o les hace sentir responsables de haberlo provocado y luego es despiadado cuando ha terminado de “sacarle jugo” y sólo en ese momento es cuando la gente percibe que durante “todos ese tiempo” fue utilizado y engañado, sufre pensando que había reciprocidad y se da cuenta de que en realidad nunca existió.


La falta de empatía y su peligrosidad

Podríamos decir que según los términos médicos se considera menos peligroso a un autista que a un psicópata porque el primero no sabe mimetizarse naturalmente (tiene que aprender a imitar) como un ser “normal” en la sociedad. Al autista le suele costar, y generalmente rehúsa, actuar o fingir un comportamiento diferente a lo que siente o piensa, está más enfocado en lo que tiene en mente que a como lo perciben los demás o pensar en ellos. Es más transparente en su comportamiento. El psicópata puede pasar años parasitando de los demás sin que se den cuenta.

Se dice que los psicópatas tienen menor nivel de ansiedad que el resto de las personas, por eso no tienen miedo al transgredir los limites y por ello se ponen a realizar actitudes desafiantes para sentir ese nivel de adrenalina y eliminar su aburrimiento crónico.

En cambio los autistas a nivel interacción social sienten mucha ansiedad y a la vez se aburren de no tener nada útil (para ellos) en que pensar, por eso necesitan descargar realizando actividades individuales solitarias para liberar la tensión. Entre más ansiedad sientan más actividades necesitan hacer para tranquilizar su mente, para sentir que están haciendo algo práctico.


Referencias

Las Personalidades Psicopáticas. Kurt Schneider.

12 comentarios:

  1. Muchas gracias por el artículo. Creo que me ha sido bastante útil. Saludos

    ResponderEliminar
  2. Realmente interesante, todos los días se aprende algo nuevo.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Angela nunca dije que un autista fuese peor que un psicopata, eso partió de su interpretación sobre mi escrito donde trato de hacer una diferencia entre ambos.

    Utilice en el título un término "psicopatía autista" que fue empleado por el Dr. Hans Asperger (a quien se debe el nombre de Síndrome de Asperger para definir el autismo funcional) que al notar a chicos que sin tener problemas mentales no se ajustaban a los estándares y reglas sociales pero no encajaban en el perfil clásico de autistas porque podían interactuar, comunicarse e incluso demostrarles un elevado grado de inteligencia(que creo incluso los autistas profundos tienen pero no ven la necesidad de mostrárselos a los demás).

    Lamento si la ofendió los términos que emplee pero son parte del cotidiano que uno escucha tanto directa o indirectamente cuando no se comprende a los autistas y se les considera raros sino es que locos por su forma de comportarse tan "sin tomar en cuenta a los demás". Incluso cuando un autista no encuentra lógica o coherencia en un comportamiento de otros es capaz de juzgar sin empatía, es decir, sin pensar si va a herir la susceptibilidad del otro porque considera que la realidad es lo mejor que puede tener para hacer algo, no el sentirse momentáneamente bien.

    De hecho la forma de comportamiento va por una diferencia en la conformación neuronal (entre otras diferencias en el lóbulo frontal que es el que permite hacer deducciones sobre las emociones ajenas), donde aún cuando se pueden observar las emociones de los demás estás no son tomadas en cuenta en primera instancia (a eso me refiero con innato) para tomar decisiones, sólo cuando se aplica el conocimiento y se ha resuelto un problema inmediato, haciendo lo que debe realizarse por lógica y conocimiento es cuando se analizan los sentimientos ajenos. Es decir, el proceso de razonar lo que sienten los demás y como influye eso en la toma de decisiones o acciones en los autistas está en segundo término, en primero es resolver lo que tienen en mente sin valerse de los otros, de ser posible.

    En este texto hago un análisis comparativo desde varios puntos de vista, sobre todo desde el externo de como se ven ambos polos del espectro humano y como se resienten a nivel social incluso considerándolos como una unidad y porque a ambos, a pesar de ser diferentes donde el autista no busca perjudicar a otros aunque a veces lo haga (empatía cero positiva) y el psicopata que se vale de los otros intencionalmente (empatía cero negativa).

    Creo que ud. me dice lo mismo que yo exprese en mi texto:

    "Pero a la vez se percibe que el autista tiene cierta capacidad, habilidad o cualidades morales que son difíciles de encontrar en la gente común y que intenta reparar sus errores, hacerse responsable (porque ser bruto no es algo inherente sino conductual). Una vez que entra en razón y sabe que hace daño puede aprender a ser diplomático o a alejarse antes de agredir a otros, es decir, a tomar la iniciativa para evitar herir en vez de esperar que los otros se hagan cargo de su conducta."

    Motivo por el cual no veo razón para su perturbación, salvo por sentirse incomoda con ciertos términos y con esa molestia no leer con neutralidad mi escrito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los autistas Asperger son muy complicados porque no entienden el mundo, pero en muchas cosas tienen razón. No mienten y aunque carecen de empatía pueden sentir aprecio por algunas personas.
      Su lenguaje es formal y muy rico.
      Yo siento mucha simpatía por los chicos aspie, pero también por sus padres. Es muy duro criar un hijo así.

      Eliminar
  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Antes de continuar con el debate sobre los términos le aclaro que al menos yo y muchos otros si podemos "sentir" los tonos al leer a los otros porque analizamos lo que escriben y podemos imaginarnos lo que pasa por la forma de redacción, las palabras e incluso su puntuación. Todo me indica que está "brava" no necesito ver sus gestos porque la sensación la percibo y eso me lleva a pensar que tiene alguna razón de peso sea porque tiene un hijo con autismo y está esperando la integración o bien ud. sea una persona dentro del espectro, lo cual explicaría que se centre en términos que no encuentra coherentes.

      De esos dos términos "cavernícola y bruto" que aunados a que la gente no se aleje si alguien lo trata mal (masoquismo) son los mejores y más sutiles que pude encontrar para expresar a una persona que hace acciones y no tiene consciencia sobre como afectan las emociones a los otros. Incluso se los he mencionado a otros autistas con quienes he tenido trato directo y no se han ofendido; entienden el concepto.

      Esos términos son mejores que los que me han proferido (soy autista) y la hubieran ofendido mucho más porque implican discapacidad cerebral o locura. La única razón para que se ofendiera en ese grado sería que ud. relacione las palabras que utilice con lo mismo, pero en mi conocimiento describen las acciones pero no inferiorizan a la persona porque son referidos a capacidad de alguna forma.

      Cavernícola: como alguien decidido, que no se detiene si debe hacer algo, alguien que carece de sutileza, que es tosco y si está enfadado si acaso le va a gruñir sin verbalizar lo que le acontece y reacciona mal si lo molestan.

      Bruto como alguien que tampoco es sutil y que puede decirle la realidad a otro de forma tajante por más cruda que sea y sin considerar que le puede afectar la autoestima o intranquilizarle. O ignorarlo su presencia porque está demasiado concentrado en hacer cosas y que no puede soportar a otro que no tenga relación en actividades con él y con quien no comparta ideas haciéndoselo notar siendo demasiado brusco en su forma de expresarse o comportarse.

      Esas son las imágenes que tengo de ambas palabras y que se adecuan perfecto a lo que quiero manifestar en forma de síntesis.

      La realidad es que si la gente no tuviera conflictos y sensaciones de desagrado con la forma social que se manifiesta el autismo, si no lo encontrara desconcertante o desagrable por momentos no sería una patología y no tendrían problema en que uno lo fuera.

      Mi objetivo no era "mejorar" la imagen social ni hacer que alguien quiera a un autista, sino que sepa que así es y es parte de su comportamiento natural que luego con la experiencia (al herir a varios y comprender sus reacciones) puede ir modificándose.

      Si para las palabras que emplee encuentra un término que le ofenda menos y que concordemos ambas que expresa lo mismo que quise manifestar, que un autista puede ser perturbador y en gran extremo, no tengo ninguna objeción en modificarlo.

      Eliminar
  9. Los autistas tambien tienen la capacidad de manipular, pero de manera indirecta, por ejemplo con palabras o situaciones que ellos vean, muy dificiles de influenciar si un psicopata trata una convivencia con ellos.

    ResponderEliminar